Esta foto la tomé en mi llegada al aeropuerto en Guayaquil. Me salió movida pero los colores me gustan mucho.
Algunas diferencias entre este aeropuerto y el José Antonio Anzoátegui de Barcelona de Venezuela. La limpieza, la cordialidad del personal de migraciones, el tiempo de salida del equipaje y tecnología en todas las instalaciones.
En este punto inició nuestro viaje a lo desconocido, eran las 4:00 pm aproximadamente. La familia en equipo, cada uno con sus inquietudes. Los muchachos confiando en que sus padres saben lo que hacen y nosotros confiando en nuestro instinto. El vuelo desde Venezuela nos había ahorrado unos 3 o 4 días de viaje y nos disponíamos a continuar por tierra hasta Lima. Todavía era 27 de Octubre después de una jornada de 3 horas aproximadamente que todavía no nos había dado tiempo asimilar la trasendencia. Estabamos en modo sobrevivencia, sentidos alerta, desconfiando de todo y de todos. En memoria el nombre del terminal terrestre internacional y su ubicación relativa en caso de algún desvío del taxista, el preguntar por un sitio y repreguntar a otro lugareño para confirmar.
Al llegar al terminal el próximo paso era comprar los boletos, comer y esperar la hora de salida. Los niños a jugar un rato en las maquinitas del terminal y nosotros vigilantes. Pronto se hicieron las 10:00 pm y llegó el bus que nos llevaría hasta Tumbes.
Así iniciamos nuestra ruta fuera de nuestro país, y puedo decir que este corto relato también es el inicio de nuestro itinerario hasta el lugar que por ahora es nuestro destino permanente.
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